El 2 de octubre de 1968 se vivió unos de los episodios más sangriento en la historia de México, la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco fue el escenario de un “genocidio” en contra de los estudiantes y los líderes del Consejo Nacional de Huelga (CNH), sin embargo, ¿Fue el Ejército el autor de aquella masacre?¡
Para el exfiscal Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, Ignacio Carrillo Prieto, la maniobra del gobierno en ese entonces también se utilizó para desacreditar al Ejército y eliminar por siempre la posibilidad de que algún militar fuera candidato a la Presidencia de la República.
Según entrevista publicada en el diario El Universal, la llamada fiscalía del pasado, que se creó con el entonces presidente Vicente Fox, fue una simulación de cierta manera, al no exhibir los acuerdos políticos que se tenían en ese momento.
Incluso, Carrillo Prieto va más allá, explicando que el presidente en aquel 1968, Gustavo Díaz Ordaz, temeroso de algo que le había hablado al oído el ex secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez, diciéndole que Marcelino García Barragán y la cúpula del Ejército iban a intentar un golpe de Estado, o por lo menos que lo iban a deponer, encarcelar o exiliar.
Ante tal contexto, junto Luis Gutiérrez Oropeza, general de división y jefe del Estado Mayor Presidencial, urdieron la trampa y se confabularon para el crimen. “Elementos vestidos de Civil del Estado Mayor Presidencial ocuparon los departamentos de la cuñada de Echeverría, situados en Tlatelolco, para provocar desde ahí una respuesta muy fácil de encender por el nerviosismo que estaba en todos. Lograron su cometido porque ante los disparos de los francotiradores, el Ejército contestó”.
A 50 años de la histórica masacre, Carrillo Prieto asegura que el Estado fue cauto para no dejar pistas, “no hay pruebas en Semefo, todo desapareció. Es el país de las desapariciones: desaparecen expedientes y personas”.
De ahí que en el debate sobre la Ley de Seguridad Interior, catalogada como una amenaza a las libertades públicas, el más lastimado es de nuevo el Ejército, apoyado en antecedentes confusos y poco claros que lo involucran en casos como Tlatlaya, Tanhuato o Ayotzinapa.
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