Apenas hace una semana, el ataque a balazos dejó como víctimas mortales a una bebé de cinco meses y un hombre muerto en Silao, lo que para muchos fue un hecho aislado, se convirtió en un eslabón más de la cadena de violencia que se acentúa en Guanajuato.
Para Ricardo Raphael, catedrático y columnista de El Universal, la suma de casi 200 muertes violentas en el estado lo coloca como un epicentro de la violencia que permea todo el país, con Celaya, León, Silao, Yuriria, Valle de Santiago, Salamanca y Apaseo el Grande como las zonas rojas.
Basta mirar cómo la delincuencia sacudió a Guanajuato el pasado fin de semana, dejando un saldo de 22 personas asesinadas en distintos hechos, entre los que destacan cuatro calcinadas en un auto y cinco con el tiro de gracia arrojadas en los límites de Guanajuato y Querétaro.
De poco ha servido la estrategia del gobernador Miguel Márquez, quien implantó en la entidad el Mando Único Militar, tal parece que el Cártel de Jalisco Nueva Generación y la violencia por el negocio del robo y trasiego de hidrocarburos avanza sin cesar.