Luego de que el lunes pasado, en la carretera Taxco-Iguala, fueron asesinados los sacerdotes Iván Añorve Jaimes, párroco de La Sagrada Familia, en Las Vigas, municipio de San Marcos, y Germaín Muñoz García, párroco de San Cristóbal en Mezcala, Guerrero, lo fiscalía del estado abrió una línea de investigación por la probable responsabilidad de la delincuencia organizada en el crimen.
Según la dependencia, los sacerdotes habían acudido a un baile en la población de Juliantla, donde hubo una riña entre diverso grupos delictivos, tanto del Estado de Guerrero, como de los Estados de Morelos y Estado de México, por lo que se prevé que los clérigos pudieron ser confundidos.
La fiscalía estableció que se trató de un evento donde no se solicitó seguridad municipal, estatal o federal, por lo que ninguna autoridad fue prevenida por los organizadores, generando un ambiente libre en la portación de armas de fuego.
Tras el crimen, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) lamentó las muertes de los sacerdotes y exigió el esclarecimiento de los hechos, mientras la Fiscalía de esa entidad solicitó ayuda de las autoridades mexiquenses, para ubicar a los responsables, señalando que tras el ataque se trasladaron a Ixtapan de la Sal, sin embargo, hasta el memento no hay detenidos.