Por segunda vez en 24 horas, una protesta cívica realizada este domingo fue reprimida por elementos armados en Managua, Nicaragua, como parte de un violento fin de semana que dejó al menos dos muertos, varios heridos y una veintena de detenciones ilegales, de acuerdo a organismos de derechos humanos.
En la capital del país, un manifestante resultó herido durante un ataque de desconocidos contra una caravana de vehículos opositora que recorría la ciudad, de acuerdo a la prensa. Testigos dijeron que el ataque fue realizado por simpatizantes del partido del gobierno.
El sábado, el atentado a una marcha para pedir justicia por los menores muertos durante las protestas cobró la vida de otras dos personas: un joven de 23 años, vendedor de banderas, quien falleció por un impacto de bala y otro estudiante de 20 años, abatido durante un ataque a la estatal Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN Managua). Finalmente un universitario permanece grave en un hospital.
La crisis sociopolítica que ha dejado cerca de 300 muertos en el país se debe a que se han “desatado fuerzas tenebrosas que siembran el terror y la muerte”, denunció el obispo nicaragüense Silvio Báez.
“El Señor ha llorado abundantemente en Nicaragua en estos dos meses cuando se han desatado fuerzas tenebrosas que siembran el terror y la muerte en nuestros barrios, en nuestras ciudades, en nuestros caminos”, dijo el religioso durante una homilía en la Catedral Metropolitana de Managua.
“Dios ha llorado abundantemente en estos meses en que la represión violenta y criminal se ha ensañado” en Nicaragua, afirmó. Báez, obispo auxiliar de la Diócesis de Managua, advirtió que la crisis ya ha dejado “casi 300 nicaragüenses que no han muerto cuando tenían que morir, sino que han muerto cuando otros decidieron matarlos”.
Por su parte, la vicepresidenta del gobierno, Rosario Murillo, ha atribuido la crisis que sufre el país a una invasión de “espíritus malignos”.
En el Vaticano, el papa Francisco indicó que los obispos continuarán con su labor de mediación para acabar con la violencia y encontrar una salida pacífica a la crisis social que enfrenta el país.
“Renuevo mis oraciones por el pueblo de Nicaragua. Deseo unirme a los esfuerzos que están cumpliendo los obispos del país y tantas personas de buena voluntad en su rol de mediación y de testimonio para el proceso de diálogo nacional en curso en el camino de la democracia”, dijo.