Para Donald Trump, la estrategia es clara, tener armas nucleares más pequeñas y a la vez más precisas que los termonucleares tradicionales, mismas que sirvan como amenaza ante sus enemigos y que al mimo tiempo demuestre la modernización de su arsenal.
Según el análisis hecho por el diario El País, la estrategia bélica de Trump no apunta solo a Rusia, China o Corea del Norte, sino que amplía su espectro de enemigos, como actores malignos apunta a grupos terroristas y organizaciones criminales, aunque admite que las fronteras tienden a borrarse.
De acuerdo a especialistas, es la estrategia del miedo. Se amplían los objetivos, se abre paso al desarrollo de nuevas armas y se envía una señal inequívoca al mundo, más aún con la explicación del mismo Trump: “Tendremos una fuerza nuclear totalmente modernizada y nueva. Ojalá no haya que usarla, eso dependerá de otros, pero que nadie dude de que mientras sea presidente estaremos por encima de cualquiera en poderío nuclear”.
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